El consumo de alcohol afecta directamente la capacidad del conductor para tomar decisiones racionales y para operar su vehículo de manera segura. Incluso pequeñas cantidades de alcohol pueden influir en la capacidad del cerebro para procesar información, lo que puede llevar a un aumento en el tiempo de reacción del conductor y, por tanto, a una mayor probabilidad de accidentes.
El alcohol también afecta la coordinación física y la capacidad del conductor para controlar su vehículo. La capacidad de llevar a cabo tareas tales como frenar, acelerar y girar puede ser significativamente reducida, lo que eleva el riesgo de colisiones y lesiones graves. Incluso los conductores que tienen menos de 0.08 % de alcohol en sangre, el límite legal en muchos lugares, se ven afectados por el consumo de alcohol.
Además, el alcohol puede causar una disminución en la capacidad del conductor para juzgar la distancia y la velocidad de otros vehículos, lo que puede dar lugar a situaciones peligrosas en la carretera. El consumo de alcohol también aumenta la posibilidad de distracciones, lo que puede reducir aún más la capacidad del conductor para detectar y responder a los peligros en la carretera.
En general, el consumo de alcohol es una de las principales causas de accidentes de tráfico, y representa un riesgo significativo no sólo para el conductor, sino también para los demás usuarios de la carretera. Si se va a conducir, se debe evitar el consumo de alcohol por completo, ya que incluso pequeñas cantidades pueden afectar seriamente su capacidad de conducción y poner en peligro su vida y la de los demás.