La fuerza por contacto es una de las formas más comunes en que se experimenta la física a diario. Esta fuerza surge cuando dos objetos interactúan entre sí a través de un contacto físico.
Al aplicar una fuerza sobre un objeto, este puede cambiar su estado de movimiento o deformarse, produciendo una reacción en el objeto con el que se está en contacto. Esta reacción genera una fuerza de igual magnitud y dirección pero opuesta, conocida como fuerza normal.
La fuerza normal es perpendicular a la superficie de contacto y evita que los objetos se atraviesen entre sí. Sin embargo, también puede cambiar en magnitud dependiendo de los materiales y las superficies en contacto. Es por eso que, en algunas situaciones, un objeto puede ser más difícil de mover que otro, incluso si su masa es similar.
En el caso de la fuerza de fricción, una vez que se aplica una fuerza suficiente para superar la fuerza normal, los objetos comienzan a deslizarse entre sí. La fuerza de fricción también puede aumentar o disminuir dependiendo de la superficie y el material.
Es importante señalar que la fuerza por contacto no se limita a la interacción de objetos sólidos. También puede aplicarse a líquidos y gases en contacto, como los fluidos que fluyen a través de tuberías o los neumáticos que se deslizan sobre el asfalto.